COVID-19: ¿Que impacto tendrá en la lucha contra el cambio climático?


El coronavirus ha desacelerado la actividad económica del mundo, reduciendo drásticamente la quema de combustibles fósiles. En China las medidas para contener el virus durante el mes de febrero, han supuesto recortar cerca de 200 millones de toneladas de dióxido de carbono. Aunque suena a mucho, esos son los datos de solo un mes, una cifra cercana a los 285 millones de toneladas que ha emitido España durante todo el año 2019.

Entre febrero y marzo han sido numerosos los países del mundo que han visto reducidas sus emisiones de gases efecto invernadero, en entre ellos España.

La pandemia de coronavirus es una gran tragedia, con hospitales sobrecargados de enfermos y millones de personas con problemas de empleo. Pero esta crisis global, también es un punto de inflexión para la otra crisis global, una más lenta con amenazas aún mayores, que sigue siendo el telón de fondo en el que ahora se desarrolla la modernidad. Como señaló recientemente el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, ¨ la amenaza del coronavirus es temporal, mientras que la amenaza de las olas de calor, las inundaciones y las tormentas extremas que provocan la pérdida de vidas humanas permanecerá con nosotros durante años¨ y a eso añado, ¨y que solo irán aumentando¨.

El antes y después del coronavirus nos debería hacer reflexionar a todos

Como respondamos a esta crisis de salud, de alguna manera moldeará la actual crisis climática durante las próximas décadas. Una vez superada la pandemia, toca hacer un esfuerzo por relanzar la actividad económica, y esos planes que pongamos en marcha son los que determinarán en un futuro, que forma tienen las economías del mundo y nuestras propias vidas. También tendrán un impacto importante sobre las emisiones de carbono que afectan a todo el mundo.

El coronavirus ha frenado la economía del planeta. Ahora la clave esta en ver como se relanza y cual es nuestro verdadero compromiso en la lucha contra el cambio climático.

Esta pandemia nos está haciendo reflexionar a muchos, pero no solo a los ciudadanos de a pie, también a los que mueven los hilos de la economía global. El consumo personal y los hábitos de viaje están cambiando, y eso hace que nos preguntemos si esto podría ser el comienzo de un cambio que marque la diferencia. Tal vez, a medida que nos acostumbramos a ver armarios y cajones solo llenos de los elementos esenciales, nuestra percepción de cuales son realmente los bienes de consumo que necesitamos sea muy distinta a la de antes del virus. Tal vez, incluso después de que haya pasado la fase aguda de la crisis del coronavirus, sea más probable que trabajes a distancia. Tal vez los estilos de vida que incluyen, por ejemplo, viajes frecuentes de larga distancia, empiecen a ser éticamente cuestionables a la luz de la crisis climática.

El consumo personal y los hábitos de viaje están cambiando, y eso hace que nos preguntemos si esto podría ser el comienzo de un cambio que marque la diferencia.

Los cambios radicales de nuestros hábitos individuales, sobre todo en países ricos con alto consumo per cápita, podrían llevar a reducir las emisiones de esos gases que nos están cambiando el clima, y esa sería un buenísima noticia. A nivel personal esos cambios llegan a ser más beneficiosos para las reducciones de las emisiones de carbono debido a lo que los sociólogos llaman el «contagio conductual». Es un término que se refiere a la forma en que las ideas y los comportamientos se propagan a través de la población y pueden, en términos de acción climática, conducir a cambios en la política de acción que se acaba promoviendo.

En todo caso, los efectos positivos a corto plazo que estamos viendo en el medio ambiente hoy, deberían servir para recordarnos, que cambiar los hábitos de consumo personal, no va a ser suficiente para luchar contra el futuro cambio climático si no empezamos a plantear a la vez una economía global descarbonizada.

El número de coches eléctricos en el mundo ha aumentado exponencialmente antes del coronavirus, la pregunta es que pasará con esa tendencia este próximo año, una vez superada la pandemia.

Una recesión global impulsada por el coronavirus, también podría retrasar o incluso detener la transición hacia energías limpias. Si los mercados cierran puertas, será difícil que las empresas obtengan financiación para proyectos de energía ya planeados en sectores como el de la solar o eólica. De hecho los proyectos de energía renovable en todo el mundo ya empiezan a tambalearse debido a las interrupciones que se están produciendo en la cadena de suministro global. Los expertos hablan de una reducción en las expectativas de inversión para 2020 en los mercados de energía solar, baterías y vehículos eléctricos, lo que indica una desaceleración en la transición a energía limpia cuando precisamente lo que necesitamos es acelerarla con urgencia.

El coronavirus ha frenado al investigación y el movimiento del cambio climático

Este virus ha limpiado el aire que respiramos si, pero no es nada bueno para el clima en muchos aspectos. Los bloqueos y el distanciamiento social han frenado la investigación climática en miles de centros de todo el mundo. La NASA, una de las agencias de investigación más grandes del planeta, está en modo teletrabajo obligatorio. Se han detenido los vuelos de investigación al Ártico y se está cancelando el trabajo de campo en todas partes. Nadie sabe cuántos datos climáticos van a dejar de recopilarse como resultado, o cuándo se retomará la investigación de miles de proyectos que se han frenado en seco.

La pandemia del coronavirus podría desacelerar la acción internacional prevista en la lucha contra el cambio climático

Las reuniones de líderes mundiales para abordar la crisis climática también se han retrasado o cancelado, y la cumbre climática COP26 en Glasgow planeada para noviembre está en el aire, aunque si podría ser la próxima. Todo esto significa, que la pandemia probablemente desacelerará la acción internacional que ya en estos momentos es muy lenta. De seguir rodando al pelota en la misma dirección, podría llevar a un alto de las conversaciones sobre el clima en un momento en que, según el Acuerdo de París, los países deben anunciar nuevos compromisos para reducir las emisiones. Ese descarrilamiento, haría aún más probable que los países acaben superando con creces los objetivos de límite de calentamiento propuestos. También es bastante probable que en un futuro, la atención pública se desvíe de los problemas relacionados con el amenazante cambio climático, al aumentar los temores sobre la salud y las finanzas.

¿Será el post-coronavirus momento para plantear un nuevo modelo energético?

Pensando en positivo, hay otro mundo en el que los políticos que planean la recuperación económica, apostarán por la construcción de una sociedad neutral en carbono como una prioridad. En lugar de ver un escenario de estancamiento de la transición a energía limpia, este enfoque podría impulsarlo, estimulando la economía y generando a su vez millones de puestos de trabajo. Los gobiernos manejan más del 70 por ciento de las inversiones mundiales en energía, y los planes de recuperación podrían cambiar esas inversiones e incluir nuevas inversiones a gran escala para impulsar el desarrollo, despliegue e integración de tecnologías de energía limpia. La caída de los precios del petróleo, también ofrece una oportunidad para que los países de todo el mundo reduzcan o eliminen los subsidios para el consumo de combustibles fósiles, dinero que podría destinarse a proyectos de educación, atención médica o energía limpia.

El coronavirus va a cambiar la manera de hacer las cosas durante los próximos meses y una de ellas podría ser como generamos la energía del futuro


No hay que olvidar, que el coronavirus se propagó a través de la actividad de los mercados mundiales, y ahora, si somos listos, deberíamos intentar responder a esta crisis sin depender y reforzar las mismas ideas de mercado que nos metieron en este lío. Cambiando de rumbo, podremos enfrentarnos a futuras desafiantes pandemias como la del coronavirus, pero también a la otra gran pandemia que ya nos amenaza desde hace años llamada cambio climático.

Por: noticias.eltiempo.es/ Mario Picazo

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